De a poco se nos van los hijos
como pájaros del nido
y se me queda el corazón estrujado
hecho un pañuelo en el bolsillo.
Al pasar por tu pieza
y verla tan silenciosa,
sin sentir el calor de tu risa
y tus pasos de niña.
Se me queda el alma
hecha añicos,
rota en mil pedazos por
quererte tanto.
Las lágrimas ruedan
mientras escribo
y parece imposible
que ya te hayas ido.
Es tan corto el tiempo
de poder tenerte
tan solo retazos de
momentos compartidos.
Hoy aquí llenando de vida
la casa y mañana otra vez
lejos siendo tan niña.
Te miro y no entiendo
porque el tiempo se nos
va tan rápido.
Todo es un suspiro,
todo tan efímero.
La alegría, la risa,
las cosas lindas.
Y pronto de nuevo
la soledad, cada una
siguiendo su vida.
Quisiera retenerte hija.
Protegerte de todo cuanto
te lastima, como una rosa
entre mis manos
para que nada te dañe.
Hacer que las espinas no
hieran tu suave esplendor.
Pero no puedo,
tienes que crecer
y ver que el dolor es
necesario
para hacerte aprender.
Como explicarte que un camino
sin piedras no es camino.
Y que la huella que dejes
será más huella
cuanto más te cueste llegar a la
cima.
Sé tenaz cada día y persevera.
Y en cada herida que te aparezca
descubre el valor de la vida.
Y entiende que en la sencillez
de las cosas la felicidad habita.
Protege como oro a tu familia.
Tus padres, abuelos, hermanos
primos, son tu tesoro.
Comparten tu sangre,
tus costumbres y
se alegran con tus logros.
Y no olvides
rezar al Creador
donde quiera que
te encuentres, y no
importa lo que sea
compártelo con Él
que es nuestro amigo
y quiere nuestro bien.
Creo que es todo hija,
al menos por ahora
estos consejos
ojalá te sirvan.
Léelo cuando te sientas
abatida y necesites
la voz de tu madre
que busca ser
tu mejor amiga.
Esta poesía le escribí a mi hija Valeria cuando fue a Cordoba a estudiar y hoy se la dedico nuevamente porque está cumpliendo 22 años y ya está casi por recibirse de Nutricionista.El orgullo y el amor que siento por ella es enorme.
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