sábado, 2 de enero de 2010

Esclava de un Dios terreno



Yo era la que te amaba.
Era yo la que te daba la vida a cada momento.
Era mi alma la que corría a buscarte
todo el tiempo.
Eran mis brazos los que deseaban abrazarte en el silencio.
Era yo la que vivía con tu imagen en mi cuerpo,
la que te tomaba las manos anhelando cada encuentro.
Yo era la que moría por llamarte y para ti eran mis ruegos.
Era mi voz la que te recitaban plegarias hasta en sueños. Yo era la que buscaba tu amor por todos lados.
Y tú el que justificaba tu lejanía a cualquier precio.
Era yo tu esclava, tu prisionera, la adoradora de
un Dios de carne y hueso.
Solo yo era la que te donaba el corazón sin miramientos. ¿Y tú que eras, qué eres, quien sos?

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